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Preparar la tabla de quesos perfecta

Una de las cosas que más nos gusta cuando salimos a comer fuera es ver la presentación de las sugerencias de una carta. Y, entre ellas, las que más triunfan para las fotos de nuestras redes son sin lugar a dudas las tablas de quesos.

La correcta colocación, el espacio para los condimentos, la gama de colores, ¡todo nos maravilla!

Si alguna vez has pensado hacerla en casa y ser tú quien se lleve los halagos, toma nota de los consejos que te contamos a continuación.

Selecciona tus quesos

Empecemos por lo principal: el queso. Si no entiendes demasiado sobre este manjar, puedes pedir al quesero sugerencias. Para hacer una buena tabla de quesos debes conseguir al menos cuatro tipos de quesos. Es decir, debe haber un queso envejecido (cheddar o gouda), un queso blando y cremoso (brie, camembert o munster), un queso duro (quesos muy curados como el gruyere, el parmesano o el pecorino) y un queso azul (cabrales, roquefort o gorgonzola). De esta forma conseguimos no sólo diferentes sabores, si no texturas distintas. Además, toma un queso de cada tipo de leche: de cabra, de oveja y de vaca, o de mezcla.

Lo ideal es conseguir quesos de diferentes leches: de cabra, de oveja y de vaca.

Elige los mejores acompañantes

Hay que emparejar el queso con un alimento a su altura. Recomendamos utilizar mermeladas, frutos secos, frutas deshidratadas y panes.

Las mermeladas y frutas dulces deshidratadas, como dátiles o pasas, quedan genial con quesos blandos o de corteza enmohecida. Los frutos secos también son una buena opción, aportan un toque crujiente a la textura melosa de estos quesos.

La mermelada de higos o de ciruela siempre triunfan como acompañantes del queso.

Las frutas frescas como las uvas o los higos combinan con los quesos semicurados. Para los quesos duros recomendamos alimentos un poco condimentados, como rábano picante, remolacha o mostaza de manzana. Un truco: los trozos de manzana son clave para limpiar el sabor entre queso y queso.

Decide el orden

Como si de un menú se tratase, coloca tus quesos empezando desde los más suaves hasta los más fuertes. Así, evitaremos tapar los sabores durante la degustación y disfrutaremos de todos los quesos sin que ninguno le robe el protagonismo al otro. Siguiendo esta premisa, dejaremos los quesos azules y ahumados para el final.

Puedes elegir una tabla rectangular o una tabla redonda. En el caso de ser circular, colocaremos los quesos como si de un reloj se tratase y, si es rectangular, de izquierda a derecha.

Con estas claves solo faltarían las ganas de comer y acompañarlo con un buen vino. ¡Buen apetito!